ORIGEN/INCEPTION, LADRONES DE SUEÑOS, por Jorge Zarco Rodríguez

INCEPTION, del británico Christopher Nolan es con diferencia la película sorpresa del verano y una de las películas del año que confirma a Nolan como uno de los creadores más insólitos dentro de la actual industria de Hollywood. En unos tiempos donde la originalidad no brilla allí donde se la necesitaría; las grandes superproducciones, un título como “Inception” (Intercepción o Captura) viene a ser una saludable excepción. Llamada aquí ORIGEN (que títulos se gastan los distribuidores), sorprende primero por su arriesgado diseño de producción a cargo de Guy Hendrix Dias (saga “X-MEN”, “AGORA”) de influencia surrealista que recuerda a grandes pintores como René Magrite y juega constantemente con la perspectiva a un nivel casi matemático. En la magnífica Memento (2000), Nolan jugaba a contar desde el final su trama y acabarla al principio de forma que el espectador tenía que reconstruir por su cuenta lo que había pasado y si era real o fruto de un sujeto que como los peces, apenas posee una memoria de minutos. Tras el súper éxito de “Batman Begins” (2005) y “El Caballero Oscuro” (2008), record histórico de recaudación para una de las mejores películas de súper héroes de la historia, y considerada por los cinéfilos como una de las grandes obras fílmicas de la década, le permitió realizar un proyecto que llevaba mascando desde diez años antes. Bebiendo de títulos como “Te amo, Te amo” (68) de Alain Resnais, “Pesadilla en Elm Street” (84), “Desafío Total” (90), “Como ser John Malkovich” (99), “La Celda” (2000), “Olvídate de mí” (2004), etc, donde sueño y realidad se confunden hasta mezclarse a un nivel ambiguo, que lleva a preguntarnos constantemente si soñamos sin saberlo o la realidad misma es sueño. Leonardo Di Cario como Dominic Cobb, es un ladrón de sueños al mayor postor corporativo, provisto de una tecnología (el único gadget futurista del filme) que permite a varios sujetos a la vez “entrar” en uno o varios niveles de sueño a un mismo tiempo, que teme la posibilidad tanto de perder la vida por un trabajo frustrado, como de quedar encerrado en un limbo sin noción del tiempo, con alteraciones temporales que en el momento cumbre se llevaran al límite a Cobb y sus compañeros de sueño. Creando todo un alarde de montaje, donde un clímax conduce a otro más complejo y sorprendente, Nolan riza el rizo más allá de lo esperable en una superproducción de entre 160 y 200 millones de dólares, lanzada por la publicidad como un nuevo “Matrix”. Pero allí donde los Wachowsky brothers se iban de la olla con filosofadas vitales (sobretodo en las fallidas segunda y tercera parte) aquí Nolan filosofa con coherencia sobre sacar información o meterla en el subconsciente, suplantar la identidad o vivir años de sueño en unas pocas horas. Partiendo de elementos contemporáneos y actuales, su arquitectura visual se vuelve futurista mediante puesta en escena y atmósfera. Y una canción de Edith Piaff se vuelve un elemento que provoca inquietud. Con un esquema de suspense que evoca tanto a Fritz Lang como a Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick (el estado de ingravidez que se apodera de uno de los niveles) o la literatura paranoica de Philip K. Dick, “INCEPTION” es lo más original que un servidor ha visto en mucho tiempo y con un reparto de primera: Di Caprio, un Joseph Gordon Levitt que le hace peligrosamente sombra por momentos, excelentes Ken Watanabe, Michael Caine, y un reivindicado Tom Berenger. Atractivas Marion Cotillard y Ellen Page, e inquietantes Cillian Murphy y Lucas Hass. Soplo de aire fresco en tiempos de alarmante sequía creativa, INCEPTION nos pregunta si realmente distinguimos entre sueño y realidad o si no habremos soñado desde un principio. Pero que importa, ambas teorías son igualmente válidas.

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