PIEL DE FANTASMA. Por Rafael Marín

Los relatos tienen, todavía más que las novelas, un algo de coyunturales: los escribes en un momento determinado de tu vida, bien porque la idea te muerde, bien porque alguna revista te lo pide, y sabes que duran el tiempo justo de su publicación. Luego, normalmente, desaparecen, o cuesta mucho trabajo encontrar los fanzines, revistas o webs donde los has ido publicando.

Por suerte, tienen una nueva y corta vida cuando consigues recopilarlos en forma de antología. Escribo relatos desde siempre, y los suelo alternar con la redacción de novelas: a veces, me sirven para desintoxicarme del estilo de las novelas en cuestión, a veces son ejercicios de estilo, experimentos literarios, juegos donde el reto está en contar la historia con las palabras justas, con la extensión necesaria.

He publicado cuatro antologías de relatos en mi carrera: Unicornios sin cabeza, Ozymandias, El centauro de piedra, y La sed de las panteras, y todas ellas correspondían, más o menos, al deseo de hacer un suma y sigue de mi producción hasta el momento, siendo El centauro de piedras la recopilación cronológica de todos mis relatos de fantasía y ciencia ficción y La sed de las panteras la recopilación no cronológica de mis otros relatos, esos que cuesta trabajo encuadrar en un género y que quizá puedan llamar más la atención a un público generalista.

Llegamos a la que es de momento mi quinta y última antología, Piel de fantasma, que se diferencia de las anteriores en que no es estrictamente un suma y sigue, sino que por primera vez es un libro que tiene cierta unidad temática. He huido en todos estos relatos, que distan entre sí un periodo de unos quince años, de la ciencia ficción de mis inicios y de la fantasía heroica, para acercarme más a un fantástico de tintes sobrenaturales y poéticos, donde los relatos suelen tener elementos en común, y donde el estilo marca lo que algunos han llamado mi momento de madurez.

Fueron publicados en su día en revistas como Gigamesh o Artifex, espaciados en el tiempo y sin que aparentemente tuvieran conexión. Sin embargo, al recopilarlos, se nota que hay una gradación dramática entre ellos, unos puntos comunes, unos personajes que asoman fugazmente en diversos relatos. Se puede leer como una antología de fantasmas, pero también como una antología de historias de realismo mágico, con algunos relatos desarrollados en Cádiz, mi ciudad natal, un Cádiz que imagino distinto a lo que nos publicita el carnaval y las campañas mediáticas: un Cádiz donde se alternan leyendas y rondan revinientes.

Hay un par de finalistas del premio Domingo Santos, un Pablo Rido, dos Ignotus y otros tres o cuatro nominados al Ignotus en esas páginas, así que imagino que podemos dar por hecho que calidad no falta a este libro que cuenta con una portada absolutamente maravillosa y que es, quizás, mi libro más bello, tanto por dentro como por fuera.

Decía antes que cada relato tiene su extensión, y por eso no les extrañe que se les haga raro que historias como La sed de las panteras o Son de piedra no sean más largas, aunque podrían haber sido perfectamente desarrolladas en forma de novela: uno las escribe como las escribe, utilizando la síntesis en vez del desarrollo extenso, y como nuestro mercado es como es, ya sabe que es difícil que retome esas ideas y las desarrolle luego en otro formato más largo. Por eso, hay también en la antología un cuento muy corto centrado en Elvis Presley, otros dos que bien podrían ser primeros capítulos de novelas que jamás escribiré, y hasta una novela corta, Llena eres de gracia, donde presento a Ora pro Nobis, un trío de personajes de los que siempre he querido contar más historias (y hacer guiones de cómics y episodios televisivos, pero esa es otra), y que sin embargo apenas hace unos días no han visto continuadas sus historias en un relato corto donde volvemos a encontrarlos.

Estoy contento de este libro. Me gusta la edición, y me halaga que compañeros escritores lo alaben. Espero que los lectores “de a pie” puedan también ser seducidos por la magia.

Rafael Marín

Leer la Reseña de  Santioago Gª Soláns
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