Reflexiones después de la HispaCon de Burjassot, Por Alfonso Merelo

Vengo de vuelta de la HispaCon celebrada este año, por cuarta vez, en Burjassot. Una magnífica convención que debería ser ejemplo para otras organizaciones futuras de este tipo de actos. Con medios monetarios claramente justitos, los organizadores han conseguido satisfacer a todos los que por allí pasamos. Gracias, amigos, porque habéis dejado un grato recuerdo en nosotros.

Han sido unos días muy intensos en los que se han desarrollado muchas charlas y ponencias. Mientras que rehacía los 700 kilómetros que me devolvían a Huelva, he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre una frase que escuché en una de las presentaciones. Y esa frase me lleva a comentar algunas impresiones, buenas y menos buenas, que me he traído de Burjassot y que quisiera compartir. Que conste que esto es sólo una opinión muy particular y que puede que esté equivocado al decirlas, aunque no creo.

Cuando acudimos a este tipo de convenciones vamos buscando dos cosas: ver y que nos vean. Conocer y que nos conozcan. Y da igual que el que va sea un aficionado de base o un autor reconocido. Y digo esto porque nuestro egos cada vez van desarrollándose de una manera espectacular. Es muy agradable que te reconozcan y que se acerquen a saludarte personas que ni piensas que puedan conocerte (que un subsecretario de cultura de la Generalitat Valenciana se acerque a hablar contigo, y siga tu trabajo, es sorprendente a la vez que agradable). Eso es normal. Todos necesitamos reconocimiento y “adoración” aunque sea mínima. Pese a todo, observo dos actitudes, que no aptitudes, entre los asistentes, sobre todo entre los asistentes “famosos”. La primera es la de integrarse en los actos, comentar, hablar, tomar cervezas y acudir a presentaciones, conferencias y charlas como uno mas. Y si se tiene que sustituir a alguien se le sustituye en una mesa redonda. Y tenemos otra postura, que es también muy valida, que consiste en acudir a que te vean, charlar sólo con los que te interesan, editores normalmente, y no participar en nada que no sea algo propio.

En Burjassot he visto las dos posturas y no son, a veces, los autores mas “famosos” los que no se integran, todo lo contrario. Casi cualquiera que haya escrito un cuento, en una antología de la que se han editado 10 ejemplares se cree por encima de los pobres mortales. Y por el contrario, veteranos escritores que han probado en mil escritos su valía, se mezclan con la “plebe” sin ningún complejo y acuden ver a otros colegas como imparten sus conferencias o como presentan sus libros.

Me sorprende mucho que siendo éste un mundillo tan reducido, los que lo integramos no tengamos idea, ni ganas, de ver como lo hacen los demás, siquiera para copiar lo que otros hagan bien. Pero, eso es lo que tenemos: mundillos cada vez mas fragmentados en los que se excluyen a los que no son de su cuerda. Y, pienso, que eso no es bueno, porque la escasez de fondo social, somos muy pocos chicos, no permite esas exclusiones ni particiones. O vamos todos juntos, o no vamos a ir ninguno. Pero, ya digo que es sólo una impresión. Lo más probable es que esté equivocado. Pero como uno, modestamente, intenta promocionar y dignificar el trabajo de los escritores españoles del fantástico sin distinciones, le duelen esas exclusiones por no ser o pertenecer a algo.

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(c) Alfonso Merelo 2010

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