A dos metros bajo tierra... yo también, Por Carlos Daminsky

Uno se hace viejo... Sí. Algunos síntomas. En el plano material: Me hago inmune al alcohol, por mucho que beba ya me quedo igual. En el plano espiritual: Comienzo a hacerme apocalípticas preguntas; ¿cuánto viviré? ¿Cuándo y cómo moriré? E incluso chocheo preguntándome: ¿Por qué tengo que morir? Y después de todo esto se me ocurre hacer un artículo de opinión, a lo mejor como testamento; quién sabe... Por eso, he colocado un espejo en la pared para poder mirar lo que hay detrás cuando estoy tecleando en mi PC. Así, si se presenta algún tipo encapuchado con sotana negra y un extraño apero en su mano, no me pille de improviso el muy cabroncete.

De todas formas si por lo que fuera al final se presentara susodicho enlutado, me gustaría poder hablar un rato. ¿Por qué no? ¡Claro!, no hay que ser tan soso. Qué para eso somos homo sapiens, joder.

Y podría hablar de... ¡¡Ciencia-ficción!! ¡Oh, no!... Oh, sí. Pero a lo mejor en un minuto se habría acabado la conversación... o monólogo, pues el tipo de negro no estaría mucho por la labor. Ya sabéis... los rollos metafilosóficos que habrá tenido que aguantar a lo largo del tiempo. Es normal, hay que ser comprensivo. Podría soltarle un chistecillo; «majete, no hablas mucho, pareces que estés muerto». O mejor; «estás algo pálido, ¿es qué no comes bien?»

Bueno intentaría con lo de la Cifi de nuevo, y le diría que para ciencia-ficción “dura” ya tenemos las noticias de los telediarios. ¿Cuánta gente habrá palmado hoy? ¿A cuántos habrán asesinado hoy? Y a lo mejor con esto hiciera que el enlutado hiciera un pequeño gesto, como de interés. Quizás moviera, casi imperceptiblemente, su extraño apero. O posiblemente, su capucha se inclinara ligeramente... Sí es qué cuando a uno se le habla de lo que le interesa.... la cuestión es encontrar las cosas que unen...

Bueno, también podría a empezar a soltarle una buena apología acerca de todos los libros en los que sale como protagonista. Pero yo creo, que esto no sería bueno. Se le subiría el ego. Y un tipo así, con ese apero de hoja curvada y esas pintas tan siniestras, suelto por ahí sería un peligro público. Imagínense la que podría liar sí se le va la mano y no respeta las fechas establecidas para nuestras defunciones. Mal rollo. Lo que pude hacer la fama...

Y si ya la conversación llegara a un punto muerto, podría intentar usar la técnica del dedo señalando hacia un lado. «¿No te habrás confundido, no será aquel tipo de allí?»... En definitiva, todo excusas para alargarme. Porque el encapuchado este es muy terco y cabezón, no sé va. Ya me tiene fichado. Y encima no me he afeitado. Qué le vamos a hacer.

Bueno por lo menos que me deje a dos metros bajo tierra... tranquilito.

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