El Cadaver, por Damián Neri Osorio

—Señor, queríamos que usted fuera el primero en ver esto. Lo creíamos como un asunto de extrema importancia. Es… es simplemente extraordinario.
—¿Encontraron la causa de muerte?
—No, algo aun mejor —uno de los médicos fue levantando las sábanas del cuerpo sobre la mesa. Se detuvo a medio camino, pero pronto dejó al descubierto el cuerpo.
—Oh, pero, ¡santo Dios…!
—¡Exacto! Que… queríamos informarle a usted primero de esto. Lo acabamos de hallar. Las balas se habían alojado en el brazo, pero, creíamos que la causa era sistémica, así que…
Los órganos estaban expuestos fuera de su abdomen.
—¿Son estos sus órganos?
—Si Señor. Sus órganos.
—¿Han removido algunos?
—No, están intactos. Esos son sus verdaderos órganos, si podemos llamarles de esa manera.
—¿Quién más aparte de ustedes sabe de esto? ¿Han transmitido la noticia?
—No. Acabamos de hacer la necropsia. Pero, creo que Richard vio algo extraño cuando traía el cuerpo hacia la sala. Algo sobre sus uñas.
—¿Funcionan las cámaras?
—No Señor. Esta es una zona que se supondría inexistente. No hay cámaras aquí. Usted lo debería saber. ¿Por que la pregunta...?
—Hola Sam… Petrov —entró el jefe de la oficina de asuntos extranjeros. Volteó a ver a Jeff— Jefe… buenas noches.
—Qué bien que has venido Richard. Necesito que observe este cuerpo. Venga por aquí.
—El cuerpo…—Richard se acercó hacia la mesa quirúrgica. —¿Oh, diablos, qué maldita cosa es esta mierda?
—Modera tu vocabulario —dijo el Jefe— ¿No lo reconoces acaso? —le preguntó a Richard. Rodeó la mesa y se dirigió hacia la puerta— Sigan inspeccionando el cadáver y me hacen llegar sus conclusiones. No den ninguna clase de información a la Comisión. Cualquier resultado, que llegue directamente a mis manos.
—Lo haremos en cuanto lo tengamos.
El jefe salió de la habitación, y casi inmediatamente entró otro hombre.
—Oiga, usted no puede estar aquí.
—¡Cielos, no! —gritó Sam.
El silenciador cubría el sonido de los disparos. Las balas mancharon de un rojo fulgor las lisas batas verdes.
El Jefe, junto a Richard, volvió a entrar a la sala. Caminaron hacia la mesa y se quedaron absortos en lo que tenían ante sus ojos.
—Tendremos que dar aviso de esto a la prensa —dijo Richard— ¿no es así?
—¿Qué quieres que les digamos? Dios ha sido una figura pública desde 2024, ¿y ahora dar a conocer que ha muerto?
—¿Qué rayos lo mató? —dijo, llevándose las manos a la cabeza— ¿Cómo…?
—Nuestros soldados lo confundieron y lo acribillaron a tiros. Le dieron en su hombro, parece ser… —se inclinó hacia la mesa y entrecerró los ojos para ver con más agudeza— parece ser que le destrozaron la arteria… como sea que se llame.
—¡Santo cielo! ¿Cómo pueden ser tan estúpidos los de la Fuerza Aérea? ¿Con qué demonios lo confundieron? ¿Cómo se puede confundir a alguien así…?
El Jefe miró fijamente a Richard.
—¿Qué opinas que hagamos?
—No se… siempre me ha interesado como sería el organismo de Dios por dentro… ¿Qué estoy diciendo…? ¡Cielos Jeff!, mis hijos le rezan todos los días a este sujeto. ¿Qué rayos voy a hacer?, no voy a poder soportarlo. Aparte todo el mundo se enterará tarde o temprano. No es algo que se pueda ocultar tan fácilmente.
—Ya veremos qué hacemos. Le pagaremos a alguien para que lo sustituya, o algo por el estilo —el Jefe se alejó de la mesa— ¿Tienes hambre? Hoy hay pizza en el comedor.
Richard flexionó el cuello para destensarlo y no hizo ningún comentario. Los dos salieron de la sala. Caminaron por el pasillo y dieron vuelta hacia el comedor. Otro hombre tras de ellos entró para sacar los dos cadáveres del sitio.
—¡Hombre! —dijo el Jefe— Quita esa cara larga.
—¿Qué no te das cuenta de lo que ha ocurrido? —dijo afligido.
—¿Ya mencioné que hoy hay pizza para comer?


Relato publicado previamente en http://sonatacuadratica.blogspot.com/2010/04/el-cadaver.html (mi blog)

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