'Upgrade' - (Leigh Whannell -2018) -. Un Film que podría convertirse en un clásico de culto



Alucinante lo de Leigh Whannell en el cine de género, si le hemos de juzgar, todo se cuenta por éxitos en este hombre. Pero con 'Upgrade' su segundo largometraje como director y escritor, Leigh Whannell deja el terror a un lado para volcarse, y de qué manera, por entero al género de la ciencia ficción, en un electrizante thriller de venganzas y acción que no te dejará indiferente (en mi modesta opinión, está peli va para película de culto). En resumidas cuentas: una pasada de peli en la que los avances técnicos consiguen una “sofisticación formal” sin estar la película, para nada, sobrecargada, lo que le sienta fenomenal a esta entretenidísima y frenética genialidad que, sin lugar a dudas, te dará todo y más de lo que posiblemente esperabas, sorprendiéndote muy gratamente. Partiendo de la base de un guión, a primera vista simple: ambientado en un futuro en el que los aumentos y mejoras por biotecnología forman parte del hombre, estando a la orden del día, Whannell se deja llevar para brindar  —y espérense al minuto 40´ — una electrizante y divertida película muy difícil de imitar, que no teme en sacar pecho reivindicando el espíritu de serie B, mientras aprieta los dientes con su factura de primer nivel.
Es interesante, y llama la atención en todo momento la alta calidad de los efectos especiales, sorprendentes, muy notables para esta producción de menos de cinco millones de dólares e, igualmente, es de mentar el tratamiento visual que enriquece y decora a la perfección la hortera estética futurista de la película, ofreciéndonos todo un festival de acción durante 100 minutos de metraje, con secuencias asombrosas en un arriesgado pero efectivo trabajo del director, con coreografías de lucha únicas de Logan Marshall-Green —alias "el otro Tom Hardy"— que hace gala de un control corporal admirable dando lugar a un salvaje espectáculo “para mayores de dieciocho años” —espérense al minuto 40´—:  dinámico y poseedor de toda la originalidad de la que carece la historia. Luego, si a todo esto le sumamos un estilo que logra alcanzar un equilibrio perfecto entre la impostada y un corte con un sentido de la comedia desternillante, obtenemos un producto ideal para disfrutar en un ambiente distendido, entre risas, vítores, aplausos, y con tantas ganas de pasarlo bien como las que parece haber tenido Leigh Whannell mientras rodaba lo que podría convertirse en un nuevo clásico de culto —esperen al minuto 40´—. Ah, el argumento de la película: no os lo cuento, no os quiero fastidiar la fiesta. Saludos!!
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